Santiago VS Madrid


Hoy ha hecho viento, a las siete de la mañana parecía que iba a hacer un buen día, falsa alarma… a las 9 ya estaba el cielo encapotado cual típico día compostelano de otoño… La diferencia es que estamos terminando el mes de junio… me dan ganas de emigrar a la costa este de la península para ver el sol…
Para arreglarlo, a mediodía se levantó un viento casi huracanado que quitaba por completo las pocas ganas que pudiera tener a esas alturas de salir de casa.
Pero la obligación llama… salgo, da igual que me haya peinado, el aire sopla tan fuerte que deseo que se pongan de moda temporalmente los peinados afro…
Me vuelvo a cagar de nuevo en la meteorología gallega…
Busco en el bolso, tengo el mp3, casi nunca lo utilizo desde que vivo en Santiago, en Madrid era diferente, me gusta disfrutar del ruido de la calle…pero hoy estoy antisocial, enfadada con el mundo, con la idea de irme de aquí, de emigrar… así que me pongo los auriculares… me siento madrileña en Santiago con la música en los oídos, he olvidado que no será en traqueteo del metro la “música” que me amenizará el camino, no será un largo trayecto a la otra punta de la ciudad bajo tierra. En Santiago voy andando a cualquier lugar y siempre hay luz, aunque sea gris, aunque sea entre agua…
Camino hasta entrar en la zona vieja… las piedras me devuelven la sonrisa… ahí está la magia, la magia de Compostela que me tiene hechizada… camino despacio, saboreando cada piedra, cada fachada, imprimiendo en mis pupilas todos los detalles que pueda procesar. Me acompaña Tom con sus canciones en mis oídos, Tom también es Santiago, es Santiago, David, Sara… Tom forma parte de la banda sonora de mi exilio. Siento que no puedo estar enfadada, es imposible sentirme mal entre el gris de Santiago… Tengo miedo de marchar, pero como con las grandes personas que dejo aquí, he decidido dejar la tristeza para cuando esté en Madrid, ahora voy a disfrutar de mi gente y de Santiago… porque aunque no se el por qué, esta ciudad es un lugar maravilloso.
Entonces ya da igual que no haga sol, que llueva 300 días al año, que estemos terminando junio y no pueda ponerme ropa cómoda y ligera… esos pequeños detalles pasan a ser insignificantes… me gusta el olor a lluvia sobre las piedras centenarias, el viento que sopla imposible al entrar en el Obradoiro…

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