Receta para la felicidad




Lo primero, admitir que la felicidad no es un estado al que se accede para no volver a abandonar.


Sino que la felicidad, como los yogures, tiene fecha de caducidad...


Es más bien como un orgasmo, viene, es intenso y único, pero en seguida se va y no sabríamos cuánto ha durado.


La felicidad no se conquista, no se posee, no se compra, simplemente cuando menos lo esperas alguien te concede un segundo, para palparla, reconocerla, experimentarla...


Y precisamente de esos pequeños momentos felices se hace una vida.


La felicidad no es tener un buen trabajo, no es que la hipoteca no te ahogue ni que tus hijos no tengan que ir al hospital. Eso es tranquilidad.


De miles de segundos felices de una vida, de pequeños instantes se construye una vida feliz, aunque tu día a día sea igual de gris que el del resto de la humanidad.


No es conformismo, es realidad.

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