Bocanadas de sangre



Tengo un guisante por órgano rey, se me ha encogido hasta tal punto el corazón que la sangre no es bombeada con la fuerza suficiente para llegar a mis extremidades y a mis dedos con normalidad, temo ponerme azul en pocos minutos, siento la presión de la emoción achicando mis ventrículos, las aurículas inspiran para recibir toda la sangre posible, como si hubieran corrido una maratón y llegasen a meta sin oxígeno.
Me he quedado pegada al sillón, faltos mis músculos de la energía necesaria para realizar su función principal.
Pocas veces en la vida se me ha encogido el corazón literalmente hasta sentir físicamente los efectos de esa pequeñez momentánea que hasta duele, esta mañana algo me ha hecho retroceder en el tiempo de modo tan exacto que me ha faltado el oxígeno de todos los años pasados y casi me ahogo.
Por un momento he retrocedido en el tiempo y mis órganos envejecidos no han sobrellevado bien el salto cósmico, no pueden sobrellevar toda la emoción que ya vivieron una vez siendo más jóvenes, habían olvidado las emociones fuertes.
Hay pequeñas cosas en la vida que lo matan y lo reviven a uno en un segundo sin saber bien cual es la explicación.

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