Misterios






¿Por qué cuando nos cuelgan el teléfono nos quedamos mirándolo como si el teléfono tuviera la culpa?

DeS HiLvAnAr


El niño cholo deja papeles de caramelo de café en mi puerta cuando viene por sorpresa a verme y se encuentra con silencio tras el timbre.
El niño del pelo largo odia mis rarezas y se pregunta que me pasará para que actúe de ese modo tan excepcional.
El niño naranja aparece y desaparece dejando mensajes incomprensibles para mi razón.
El niño guitarra se olvida de las llamadas y se desdibuja entre los hilos de su pijama de Popeye que viaja conmigo a donde quiera que voy.
Y el primer niño, el de siempre, tira y afloja de sus sentimientos que no sabe muy bien como controlar, no sabe si los quiere controlar después de tanto tiempo, después de tantas cosas no sabe si permitirme controlar...
Y yo en medio de todos y ninguno, al margen de cualquier relación personal que suponga ni pizca más de lo normal, dejo que pase el tiempo, echando de menos que el niño cholo de la vuelta a mis cuadros, que el pelo largo del también niño heavy esté entre mis manos, las payasadas de la guitarra, los besos con sabor a canela y naranja confitada y los tiempos pasados, demasiado lejanos, deshilvanados, rotos e imposibles de recuperar...

Bisbiseo



Después de semanas que han parecido un siglo, ha bastado una simple palabra para hacerme sonreir y volver a la vida real.



La palabra de un desconocido en un ascensor cuando pensaba que lo único que le quedaba al día era una frugal cena y el bien merecido descanso de mis piernas y mi espalda.



Tú, vencino del 25, al pronunciar "con cualquier bisbiseo" has despertado las alarmas de mi curiosidad y con ello me has devuelto parte del yo que dormitaba en una esquina de mi ser como alguien en un día de resaca.


Mis rarezas vuelven a la carga para hacerme única, vuelvo a sentirme autorgullosa de ser un bicho raro.


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