Me duelen los juanetes y los callos me pinchan hasta las entrañas.
Trabajo demasiadas horas al día, y cuando no trabajo, ni tan siquiera descanso.
Has vuelto de esas latitudes más lejanas, pero en realidad, no te he echado tanto de menos, no tuve tiempo, ni ganas, ni ideas estúpidas y enamoradizas de tiempos no tan pasados.
He ido de nuevo a llevar a alguien al aeropuerto, otro alguien que viene y se va- Madrid, punto de encuentro, epicentro- mientras yo me quedo en el centro, geográico y tenaz de mi gente, de sus manos.
Y los días pasan sin vaiven mareante que me vuelva la cabeza loca, sólo me duelen los pies, tengo un calor sofocante y me pregunto en que gasto las horas de los días grises.
