Azul


Dos esferas azul cielo enfadado, con bolas de acero incandescente dentro de cada una de ellas…
Una cara familiar que desde siempre me ha inspirado ternura.
Unos gestos que se desvelan interesantes e inquietos.
Sin ti, la vida pasaba normal y corriente.
Y de repente, sin saber como, el acero atravesó mi madera fuerte, dicen que son bonitas mis maderas y que se tornan casi verdes en los días veraniegos.
Me aventuro a pensar que la primera caricia sobre mi flequillo se te escapó desde muy dentro, como cuando a mi se me escapan los pensamientos.
Y ahora dos meses después, nos reencontramos y se te escapa otra, de nuevo me acaricias con tremenda ternura el pelo, o quizás esta ya no se te escapó, luego?
Y tus esferas de azul tormenta venidera me atraviesan en un instante y me dejan verte por dentro, tan sólo un segundo, o ni tan siquiera eso.
Y mi madera se vuelve robusta y por dentro se me escapa la oscuridad de la vergüenza y el miedo.
No puedo moverme, no quiero mirar hacia el cielo.
Escapo porque tu sonrisa me choca en el alma rompiéndola en añicos de hielo.
Huyo del contacto de tus ojos antes de abandonar el suelo.
Hablo sin saber qué digo, me alejo tras mi puerta, y al dar la vuelta a la esquina quiero romperla para clavarme eternamente en tus esferas que tienen acero muy dentro.
Pero ya he volado y entre las alas arrastro nubes de ese cielo, de ese instante, que me acompañarán incluso en sueños.

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