Me recorro el rastro buscando libros usados, que llenen las noches en blanco.
No encuentro ninguno, el sueño es obligado.
Después de todo un día preguntas: "¿de que color son tus ojos?"
Y me pregunto, por que no los has mirado.
La niña del flequillo no lo tiene claro, no puede mirar sus labios.
Sólo se que mis manos son demasiado pequeñas para coger el cielo y meterlo en la mochila a diario.
Que hay buhardillas enamoradas del frío deseando que llegue de nuevo mi invierno.
Diciembre y marzo, agazapados entre la ropa de mi armario.
Ocupan los cajones con su espacio.
Las sábanas no abrigan mis manitas que tiritan con llanto.