Impaciente: "Que desea o espera con desasosiego"
Impulsivo: "Que suele hablar o proceder sin reflexión ni cautela, dejándose llevar por la impresión del momento."
Esa soy yo.
Dos cualidades que me han traído más disgustos que alegrías, aunque no por esto desearía eliminarlas. Me he aceptado tal y como soy.
Quien bien me conoce sabe que respondo casi antes de haber preguntado, que me lanzo al vacío de una decisión que para bien ser ,debería de ser ponderada. Respondo, lo veo claro. Hablo antes de pensar. Actúo cuando algo me duele sin pensar que el dolor no es buen consejero para ser desigual.
Luego me arrepiento, a veces me arrepiento. A veces no hay vuelta atrás. A veces me juro a mi misma pensar y repensar cuando me vuelva a pasar.
Se que no lo haré, se que cuando pienso, a veces ya no hay modo de arreglar. He llegado tarde, y eso que en todo lo demás suelo ser puntal.
Por eso en el fondo no es que odie lo que hago, porque soy así, no puedo cambiar.
Creo que lo bueno, en estos casos, cuando se que es difícil modificar(me) es que me doy cuenta cuando he errado, se pedir perdón, no me importa admitir que he pecado y pedir una segunda oportunidad.
Igual de impulsiva para decidir, lo extrapolo al efecto y soy reflexiva en la misma cantidad, hasta la saciedad. Pongo todo de mi parte para refrendar, si es posible, los desperfectos que haya podido causar.
Quizás demasiado tarde, pero no me gusta dejar cabos sueltos por mi manera de actuar.
A veces me arrepiento... pero siempre espero tener una segunda oportunidad... sobretodo si se que pierdo, que pierdo yo y pierden los demás.
Ahora se que pierdo por lo que he hecho, se que mi modo de ser y de pensar sólo me traerán más dolores de cabeza que los que creía iba a eliminar.
Puedo cambiar poco a poco por algo que quiero, sólo necesito tiempo, paciencia (esperando que me regalen un poco más por navidad) y mucha fuerza de voluntad.
