Y es que a veces le doy al "on" y me olvido de apagarme a alguna hora para cerrar aunque sea sólo uno de los dos ojos.


Me cuesta recordar las fechas de algunos cumpleaños.


De nuevo una decisión importante, un "te quiero" en el contestador, mi reloj parado a deshora marcando el paso que tuvo otro tiempo antes de que acabara el año y sonara por última vez temprano mi despertador.


Me voy del curro, me quedo en Madrid, me tomo vacaciones para hacer las cosas que mi horario laboral no me permite concluir, ni empezar, ni pasar de puntillas sobre ellas, olvidé que además del hospital hay otro mundo, mi mundo, mis pequeñas cosas aunque los duendes de camisa a rayas y zapatos verdes ya no tejan una manta calentita sobre la que descansar y dormir.


Me pierdo en excusas inventadas por mi misma para no descansar y tampoco morir.


Deseo que venga la calma, o una gran tormenta, deseo que el mundo se ponga patas arriba, que me agiten como si estuviera dentro de una bola de nieve hortera y desfasada esperando que se limpie el polvo acumulado desde la última vez que tuve tiempo para un quehacer tan poco importante como pasar una balleta a los muebles y enchufar la aspiradora para encontrar tesoros con forma de pelota roja animada, protagonista de algún anuncio televisivo con actualizaciones temporales de cuando en vez.


Y es que hay un tic tac repiqueteando entre mis sueños infantiles, miedosos y sin sentido, hay un reloj prohibido y perdido entre las cartas que amontono en el mueble auxiliar del fondo de mi apartamento desordenado y ajado.


Espero que llegue el día, inclasificado, sin notas ni horarios, te espero a ti y a nadie, saldré desnuda a bailar un chotis inventado, porque no soy madrileña ni nunca lo he bailado, pero dará igual si vuelve a nevar por las calles ensangrentadas de blanco, bailaré un poco de libertad soñada, sólo un poco, hasta que el sueño termine de nuevo y el día a día, el capitalismo y el llanto invadan mi vida de nuevo, porque aunque no me guste tengo por delante casi cuarenta años de cotizaciones que pagarle al estado.

Está nevando en Madrid



Y como siempre que pasa algo fuera de la rutina en la capital la ciudad se ha colapsado...
La gente se ha enfadado porque no puede llegar a su trabajo.
Yo, sin embargo estoy enfadada porque si puedo llegar al mio, es más, tengo la obligación de acudir, no podré jugar con la nieve cual niña de 10 años.
Hace frío polar en el centro del país, en el norte e incluso están esperando la nieve en el sur, me gusta que las cosas se salgan de la normalidad, aunque la ciudad en la que vivo se convierta en un caos de gente enfadada, choques de autos y gente que llega empapada y tarde a trabajar.
Yo sacaré mi bufanda, mi gorro y mis guantes del armario e intentaré tirar algún copo de nieve antes de entrar a trabajar!

Blog Archive

Páginas

Páginas vistas en total

Entradas populares

Datos personales

Blogger templates

Buscar