Volare

Hoy el mundo se mueve demasiado deprisa, todo, los coches pasan a una velocidad que me marea, la gente, incluso las hojas de los árboles vuelan arrastradas por un inusual viento veraniego en Madrid.
Estoy aquí, como podría estar en otro lugar, todo ha sido tan fugaz que parece como si no hubiera viajado, como si no me hubiera ido ni hubiera llegado a ningún lado. Cómo si de repente algo o alguien superior me hubiera dejado aquí, en la capital y me hubiera preprogramado para mi vida diaria.
No me siento extraña con mis cosas nuevas, con mi vida nueva, con la nueva rutina. No me siento ni bien ni mal, ni triste ni alegre, sólo me siento, que dicho sea de paso, no es poco.
Cuando la vida pasa tan deprisa mi cabecita no se acostumbra, no asimila, no tiene capacidad para llorar o reír.
Me siento insignificante en medio de esta urbe que se mueve como lavadora en pleno centrifugado.
No he usado el metro en los cuatro días que llevo aquí, me he movido en bus, andando, en coche, pero no he conseguido bajar al metro. Ahí está el monstruo, la máquina que nos trasforma, nos absorbe la tranquilidad de la provincia para convertirte en una hormiguita siempre con prisa, con ansia por llegar a tu destino en el menor tiempo posible. “ Metro de Madrid: VUELA”. Yo de momento sólo planeo…

Descubriendo olores

Estoy, existo, en este momento, nuevo momento, nueva antigua ciudad, nueva casa, nuevos vecinos…Casi todo es nuevo…Pero todavía no he podido sentir nostalgia de lo viejo, no he tenido tiempo, no hay tiempo para pensar…Tan sólo los viejos olores se mezclan con mi nueva vida, con la vida y con los nuevos olores que me rodean.De repente abro un paquete, y allí se esconde un olor a algo, a alguien, a un momento concreto… entonces si me entra momentáneamente la nostalgia.Pero se exilia en uno nuevo, en reconocer que el armario huele de uno u otro modo, único, lo clasifico, lo analizo, me gusta…La ropa de mis vecinos se aburre olvidada en las cuerdas hasta estar seca, me llega el olor, otro nuevo olor, que en unos días será inapreciable, será familiar…Mi ropa, la que traje, huele a Santiago, ahora percibo la fragancia que antes no podía sentir, huele a mi habitación, a Genma, a Laura, incluso a Sara, huele a mi, a eso que uno mismo no es capaz de interpretar… La nueva huele diferente, huele a Madrid, a mi nueva vida, dentro de unos días tendrá un olor neutro que sólo reconoceré cuando me escape de nuevo a otro lugar.

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