II Sadautor



El año pasado me escapé literalmente de Madrid para aparecer de sorpresa en el I Sadautor, este año mis compromisos laborales me lo impiden irremediablemente...
Así que... quien esté por Coruña o alrededores que se acerque a este pedazo de concierto porque merece la pena...
Vaaalee, si, son mis amigos, pero son la leche!!!
Chicos, pasadlo bien!!!


Luz.

Demasiada luz.

Siempre me olvido las gafas de sol.

Y si me las pongo mis pupilas tardan en adaptarse a los cambios, ocurren cosas, como por ejemplo, rayo mi coche al entrar en la sombra del garaje.

Pero volveré a usarlas.

No me da miedo ni la claridad ni la oscuridad.

La china


Mi padre me llamaba "china", decía que yo, más que ningún otro miembro de la familia había heredado a través de los tiempos los rasgos asiáticos de mi tatarabuela Yi wa.

Mi primer recuerdo es un parque de Lima, no se cual ni si aún existe. Mi padre aupándome y haciendo carantoñas para que no llorara más. No se por qué lloraba, sólo recuerdo que hacía sol, y que era Lima. Es lo único que recuerdo del Perú.

No recuerdo nada de los meses en que mis padres emigraron a España y que yo pasé con mis abuelos, ni mi primer y único viaje transoceánico a España.

Para mi, Lima y Perú son aquel parque, aquellas chucherías de domingo, la figura robusta y joven de mi padre intentando hacerme reír.

Mil veces le hablé a mi padre de ese parque, de ese día, de esas chucherías que terminaron por caérseme al suelo… él no tenía constancia de ese recuerdo, que por el contrario yo atesoraba como mi única herencia limeña.

Decía que era imposible que pudiera recordar nada de antes de traerme a España, que era demasiado pequeña, que tan sólo era una invención de mi cerebro y estaba confundiendo un parque madrileño con uno en Lima, que a buen seguro, ese domingo era un día soleado de primavera de mi primer año en Madrid, cuando nos escapábamos al Retiro a descubrir juntos nuevos lugares de la que se convertiría para siempre en nuestra ciudad.

No puedo recordar lo que sentía estando sola en Lima, pero si que al volver a ver a mi padre, respiré tranquila, volvía a estar junto a él.

Y es que entre mi padre y yo, hubo siempre algo muy especial, algo que iba más allá del enamoramiento típico de las niñas por sus padres, mucho más hondo que el complejo freudiano de Electra.

Amé incondicionalmente a mi padre desde que recuerdo, y aunque nunca lo dijo con palabras, se que su amor por mi fue especial, profundo y sincero desde que me vio en el paritorio y me llamó China por vez primera y para siempre.

Visitas


Descubrió viendo aquel documental sobre Australia en la 2 el asco que le daban los sapos asesinos que plagaban la lejana isla.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y el vello se le erizó a pesar del sofocante verano que asolaba la ciudad.


  • -¿Qué me has dicho?
  • - Ya sabes que no me gusta que fumes y menos en casa.
  • - Hace diez años que no fumo.
  • - Pues huele a tabaco.
  • - Habrán sido los sapos.

Madrid en rojo


Un eructo que sale desde la garganta del firmamento, intenso, profundo, solitario, arrollador. Oscuridad rojiza de fuego crepuscular que no consigue hacerse marrón. Viento pretormentoso que arrulla mis cortinas para despertarme con una caricia miedosa. Otra tormenta veraniega tan típica de Madrid. Son las 5 de la madrugada, el sueño puede más que el miedo a la soledad. Me acuerdo de tu admiración a las tormentas y cierro la ventana con el pie para seguir durmiendo. Antes de conquistar de nuevo el sueño por completo me doy cuenta de que llevo un año exacto en Madrid. Y hace un año, también hubo tormenta, también dormía sola, rendida después de la mudanza, me pesaban en la espalda los cambios y los proyectos futuros. Hoy me pesa el mañana, aunque se que es algo pasajero y fugaz. Bendigo la soledad queda y roja que entra por mi ventana y reina en mi salón-habitación. Duermo y sueño espeso, contigo, sin ti, con la gente que he echado de menos en los doce meses en Madrid.

Seis años


En una estación de tren te vi por primera vez.

Hoy en medio de una acera, como si no hubiera pasado el tiempo, y sin embargo, seis años es demasiado tiempo.


Pero no importaron los 365 multiplicados por seis.


Tú, yo, los mismos, distintos, iguales, diferentes, yo no he crecido nada, tú estás menos cachas, los dos tenemos canas.

Recuerdas cosas increíbles, seguro que te sorprenderían de las que yo me acuerdo.

Pero me las callo, hoy me las callo, prefiero guardármelas para la próxima, porque espero que haya próxima y que pase menos tiempo, antes de que nos salgan muchas más canas y la piel se nos arrugue un poco.

Actualizo



Hace menos calor y eso me agrada.

Sigo trabajando entre mamás primerizas y asustadas y veo a diario el milagro de la vida y de unos pulmones diminutos que pueden emitir sonidos de frecuencias tan elevadas como para dejarte sordo.

Discuto con gente que quiere pisarme mi sitio, sólo lucho por mi culo y mis responsabilidades.


El gobierno ha cumplido y me ha dado los primero 200€ de los 400 que me debe.



Y sigo sin tener tiempo para gastarlo.



El sonido del agua en la piscina me arrulla a la hora de dormir aunque conciliar el sueño me cuesta más que de costumbre.



Y aquí seguimos, mi vida a cuestas y yo, con dolor de riñones y calor entre las costuras de mi uniforme blanco que llevo puesto más horas que mis vestidos de verano.

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