La china


Mi padre me llamaba "china", decía que yo, más que ningún otro miembro de la familia había heredado a través de los tiempos los rasgos asiáticos de mi tatarabuela Yi wa.

Mi primer recuerdo es un parque de Lima, no se cual ni si aún existe. Mi padre aupándome y haciendo carantoñas para que no llorara más. No se por qué lloraba, sólo recuerdo que hacía sol, y que era Lima. Es lo único que recuerdo del Perú.

No recuerdo nada de los meses en que mis padres emigraron a España y que yo pasé con mis abuelos, ni mi primer y único viaje transoceánico a España.

Para mi, Lima y Perú son aquel parque, aquellas chucherías de domingo, la figura robusta y joven de mi padre intentando hacerme reír.

Mil veces le hablé a mi padre de ese parque, de ese día, de esas chucherías que terminaron por caérseme al suelo… él no tenía constancia de ese recuerdo, que por el contrario yo atesoraba como mi única herencia limeña.

Decía que era imposible que pudiera recordar nada de antes de traerme a España, que era demasiado pequeña, que tan sólo era una invención de mi cerebro y estaba confundiendo un parque madrileño con uno en Lima, que a buen seguro, ese domingo era un día soleado de primavera de mi primer año en Madrid, cuando nos escapábamos al Retiro a descubrir juntos nuevos lugares de la que se convertiría para siempre en nuestra ciudad.

No puedo recordar lo que sentía estando sola en Lima, pero si que al volver a ver a mi padre, respiré tranquila, volvía a estar junto a él.

Y es que entre mi padre y yo, hubo siempre algo muy especial, algo que iba más allá del enamoramiento típico de las niñas por sus padres, mucho más hondo que el complejo freudiano de Electra.

Amé incondicionalmente a mi padre desde que recuerdo, y aunque nunca lo dijo con palabras, se que su amor por mi fue especial, profundo y sincero desde que me vio en el paritorio y me llamó China por vez primera y para siempre.

Blog Archive

Páginas

Páginas vistas en total

Entradas populares

Datos personales

Blogger templates

Buscar