El judio del metro


Era como los judios de las películas del Holocausto nazi.
Con su nariz característica, su piel color aceituna... su pelo azabache...
Me fijé en él por su sonrisa, contrastando con su piel oscura,se dejaban ver unos blanquísimos dientes... y una sonrisa preciosa...
Iba pensando en sus cosas, iba feliz, se le notaba.
Apostado a uno de los lados de la puerta central del vagón que nos llevaba diección Goya. Me llevaba a mi dirección Goya, después de haber ingresado en el banco mi primer sueldo.
Una anciana bajita se le acerca y le habla, le pide, curioseo porque me fascina el cariño con que mira a la anciana, creo que le pide si podría habirle la puerta en la siguiente estación, ella no le llega al botón. La mira como si la conociera. Hay algo extraordinario en su cara, en sus gestos, se ve que es feliz, pero no sólo eso, está radiante.
La señora le da las gracias y baja. Él se queda mirando a través de las cosas como si se hubiera enamorado de la anciana.
Suena el silbato que anuncia que las puertas se cierran. Y el ruido lo despierta de su encantamiento. Mira bruscamente hacia el andén y pega un salto en el preciso instante en que el espacio entre las láminas de metal desaparece.
Oigo un suspiro, miro a la chica que iba a su lado. Ella también mira a través de la oscuridad del túnel negro, se le ha escapado.
Me pregunto si el judío iba despistado o si se ha enamorado.

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