Con la resaca examinera todavía entre poro y poro de mi afectada piel por el clima compostelano, la ropa todavía en el tendal esperando pasar de nuevo a la misma raquítica maleta que cuenta con las medidas adecuadas permitidas para subir a bordo en las compañías de bajo coste y con más miedo que vergüenza porque el día que vuelva de París me quedarán dos meses menos un día para el siguiente examen, este más difícil y más decisivo...
Tras los buenos resultados de Galicia me planteo si debo hacer este viaje, me revuelvo entre estudiar del tirón con sueño acumulado y cancelar mi viaje o si por el contrario seguir con el plan inicial de desconectar por unos días frente a la Tour Eiffel antes del sprint final que me espera hasta el 23 de enero.
Pero hoy tengo claro que debo ir, que posiblemente no tenga una oportunidad así de nuevo, que París es París y me ayudará a volver con fuerzas renovadas para enfrentarme a los libros que gritan que todavía quedan muchos conocimientos por afianzar y poco tiempo...
Volver a Montmartre, a pasear entre los pintores e intentar esta vez visitar Versalles y El Louvre servirán para recordarme que necesito este break para que nada importe después de él.
Que me meteré en mis libros y sólo saldré de ellos el día de Nochebuena y las menos horas posibles, por un sueño... Para eso, sólo me queda París.
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