Canela en rama


Casi todos los domingos de mi infancia había de postre natillas en unos cuencos de cristal.
Descubrí la textura de la canela sobre ese postre materno dominical.
"No le eches tanta canela", oía casi toso los domingos. Pero a mi me encantaba. Ponían una capa enorme en la superficie e iba comiendo pequeñas capas, cuando no quedaba canela volvía a ahogar el amarillo en marrón celestial...
Era todo un ritual que llevaba su tiempo.
Uno de esos domingos descubrí un botecito en la cocina que ponía "canela en rama", no la había visto en mi vida, pero sabía que la canela me gustaba, asi que cogí uno de aquellos curiosos palitos que había dentro del bote y le pegué un mordisco.
Por supuesto, me pilló mi madre, que no paró de reír en varios minutos.
Descubrí que las cosas siendo lo mismo pueden ser diferente.
Pero también descubrí que la canela huele igual de bien en polvo que en rama, y sabe igual de rica en mis natillas infantiles que en los capuchinos de un noviembre que empieza a ponerse nervioso.

1 comentarios:

Anónimo

Me encantan las natillas...



...pero si NADITA de canela.

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