Respirar


Lo recuerdo con nitidad.
Me gustaba la sensación de mi cuerpo hundiéndose en el agua fría.
No sabía nadar, pero descubrí la libertad que me proporcionaba el agua.
No era consciente de la peligrosidad.
Me tiré en un despiste de mis padres, no sabía que no debía respirar.
Allí estaban mi padre y mi hermano para salvarme una vez más.
Las visitas a la piscina eran casi obligadas, no había dinero para más.
Asi que me apuntaron al cursillo de natación con dos años, la más pequeña, casi sin saber hablar.
El profesor podía sujetarme con una mano, me enseñaba a abrir los ojos y cerrar la boca si iba a bucear.
Al final del verano sabía que el agua me podía ahogar.
De todas maneras, sigo tirándome de repente, la primera vez en el verano y mientras desciendo me acuerdo de aquella primera vez que decidí hacerlo sin saber que iba a pasar. La diferencia es que ahora cierro los ojos, la boca, y dejo de respirar. Es un instante, asciendo, el aire llega a mis pulmones, vuelvo a ser mayor, hace mucho que se nadar.

1 comentarios:

eFe

pero en el mar fuimos aún más libres ...


es una sensación inexplicable ...

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